domingo, 1 de junio de 2025
En Francia hay muchos quesos, algo que es conocido por todo el mundo. Pero hoy hablamos de uno muy especial, porque el queso Saint Félicien ocupa un lugar destacado. Esto se debe a su textura sedosa, su sabor delicado y su historia enraizada en la tradición quesera del país.
Porque este queso, menos conocido fuera de las fronteras galas y venerado por los más entendidos, representa como pocos la esencia de los quesos franceses de pasta blanda elaborados con leche cruda de vaca. Y por eso, queremos invitarle aquí a descubrir, conocer y, por qué no, degustar el mejor queso Saint Félicien.
Originario de la región de Rhône-Alpes, y más concretamente del macizo de Vercors, el queso Saint Félicien debe su nombre a una pequeña localidad del departamento de Ardèche. Y, aunque su creación es relativamente reciente en comparación con la historia de otros famosos quesos franceses —se sitúa en el siglo XX—, su linaje comparte raíces con otros quesos tradicionales de la zona.
De hecho, al principio, el queso Saint Félicien se elaboraba con leche de cabra. Pero con el tiempo, y debido a cambios en la disponibilidad de materia prima, los productores optaron por la leche de vaca, que resultaba más abundante y adecuada para lograr esa textura untuosa que hoy lo define. Desde entonces, su reputación no ha dejado de crecer y le ha permitido ganarse el aprecio de los paladares más exigentes.
El secreto del Saint Félicien reside en la calidad de su leche y en el esmero con que se lleva a cabo cada etapa de su elaboración. La leche cruda de vaca permite conservar toda la riqueza aromática del producto y, cuando no está sometida a procesos de pasteurización, conserva intactos los fermentos naturales que contribuyen a la complejidad del sabor.
En este proceso, la leche se coagula lentamente, se moldea a mano y se deja escurrir de forma natural. La maduración, que dura entre dos y seis semanas, se realiza en condiciones controladas de humedad y temperatura, lo que permite el desarrollo de una corteza fina y ligeramente arrugada, de tonos marfil y beige, que protege una pasta blanda de textura fundente. Puede decirse que esta etapa es crucial, ya que es en la que el queso va adquiriendo ese carácter suave y cremoso que lo distingue.
El Saint Félicien es un queso pequeño, de forma redonda y aspecto rústico. Su corteza es comestible y presenta una ligera flora superficial que contribuye a la evolución del sabor. En lo que se refiere al corte, su pasta es blanda, de color marfil pálido, y emana un aroma delicado con matices lácteos y vegetales.
Al degustarlo, se revela como un queso extraordinariamente untuoso, con una textura cercana a la nata, que se funde con facilidad. Su sabor es equilibrado, suave, con notas lácteas y un final sutilmente afrutado, con ligeros toques de nuez. Es en este punto cuando se comprende la complejidad de su perfil gustativo y se comprende por qué es un queso tan apreciado.
No se puede hablar del queso Saint Félicien sin mencionar a su pariente cercano, el Saint Marcellin. Ambos quesos comparten origen geográfico y métodos de elaboración similares, pero existen diferencias que conviene destacar.
El Saint Marcellin es un queso de tamaño más reducido, con una textura ligeramente más firme y un sabor algo más acentuado. El Saint Félicien, por su parte, se caracteriza por una mayor cremosidad y suavidad, atribuibles a su mayor contenido graso y a un tiempo de maduración ligeramente más largo. Así, mientras que el Saint Marcellin es ideal para los amantes de sabores más marcados, el Saint Félicien seduce por su redondez y delicadeza.
Para apreciar plenamente las cualidades del Saint Félicien, lo mejor es consumirlo a temperatura ambiente. Conviene sacarlo del frigorífico al menos media hora antes de su degustación, para que libere todos sus aromas y se exprese en plenitud.
Se puede servir en una tabla de quesos, acompañado de frutos secos, mermeladas o simplemente con un buen pan de hogaza. Su textura lo convierte también en un excelente ingrediente para enriquecer platos calientes, ya sea fundido sobre una tosta o como relleno cremoso en recetas de pasta o con carnes y embutidos.
En cuanto a su conservación, debe guardarse en su envoltorio original o en papel especial para quesos, dentro del cajón de verduras del frigorífico, donde las condiciones de humedad resultan más estables. Y también es importante evitar el contacto con otros alimentos de olores fuertes, ya que pueden alterar su sabor.
El Saint Félicien encuentra en los vinos blancos secos de la región del Ródano o en un Chardonnay sin barrica a sus compañeros ideales. Estos vinos, con su frescura y notas frutales, equilibran la untuosidad del queso y realzan su sabor. Pero también armoniza óptimamente con vinos tintos ligeros, como un Beaujolais o un Pinot Noir, capaces de respetar su delicadeza sin eclipsarla.
Y para quienes prefieren bebidas menos alcohólicas, una sidra artesanal o incluso un té blanco de carácter floral pueden acompañar elegantemente una degustación de este queso, por no mencionar la cada vez más socorrida y apreciada agua con gas a bajas temperaturas.
El Saint Félicien aún no goza de la misma difusión internacional que otros quesos franceses, por lo que no siempre es fácil encontrarlo. Por suerte, en nuestra tienda de productos gourmet online La Boulette o en la tienda física en el Mercado de la Paz , podrá comprar queso Saint Félicien producido en Etoile du Vercors, lo cual garantiza su origen y calidad.
En definitiva, se puede decir que descubrir el queso Saint Félicien es abrir una puerta al corazón de la cultura quesera francesa. Un bocado basta para comprender por qué, a pesar de su discreta presencia internacional, este queso ha conquistado un lugar privilegiado en las mesas de los amantes del buen comer. Su textura de nata, su sabor delicado y su arraigo en la región hacen de él un embajador perfecto de la riqueza gastronómica de Francia.
De lunes a viernes: de 9h a 20h
Sábados: de 9h a 14.30h
Entre el 5 y el 24 de agosto
De lunes a viernes: de 9h a 15h
Sábados: de 9h a 14.30h